Dijo:
Tuve un sueño.
Y lo mataron.
Dijo:
Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte.
Y lo mataron.
Dijo:
Cuando la historia no se puede escribir con la pluma, debe escribirse con el fusil.
Y lo mataron.
Dijo:
En una revolución se triunfa o se muere, si es verdadera.
Y lo mataron.
Dijo:
Con los pobres de la Tierra, quiero yo mi suerte echar.
Y lo mataron.
Dijo:
Sólo bajaré mi arma cuando sucumba.
Y lo mataron.
Dijo:
Si tomáramos el poder, tendríamos la tarea de limpiarlo de burguesía.
Y lo mataron.
Dijo:
La Historia parece propiedad privada de los dueños de todas las otras cosas.
Y lo mataron.
Dijo:
Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado.
Y lo mataron.
Dijo:
La hora perfecta de comer es, para el rico cuando tiene ganas,
y para el pobre, cuando tiene qué.
Y lo mataron.
Dijo:
Nadie puede darte tu libertad. Si eres un hombre, tómala.
Y lo mataron.
Dijo:
Tembláis más vosotros al pronunciar la sentencia que yo al recibirla.
Y lo mataron.
Dijo:
Como niño de pecho en brazos de su madre, así en mí está mi alma.
Y lo mataron.
Dijo:
Si nosotros calláramos, hablarían hasta las piedras.
Y lo mataron.
Dijo:
No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.
Y lo mataron.
Dijo:
Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir.
Y lo mataron.
Dijo:
Se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre.
Y lo mataron.
Dijo:
Con alegría vivo, combato y muero.
Y lo mataron.
Dijo:
Mis hijos tienen hambre.
Y lo mataron.